miércoles, 17 de octubre de 2018

CRECIENDO EN EL LODO




CRECIENDO EN EL LODO


Así como la religión nos enseña cosas buenas, no hace crecer con el miedo a algo que quizás no existe.

La discusión entre la gente que cree en Dios y la que no, es cada vez más tensa; pues, ir en contra de aquello que es tu Dios es una ofensa; sin embargo, querer imponer y no respetar a alguien que no cree en nada es igual de ofensivo.

En realidad, nadie desde ninguna posición, por importante que fuese – como la Asamblea General de las Naciones Unidas – o cuando el Papa, en persona, da misa, y ni siquiera él o los líderes de las diferentes religiones pueden decir: yo puedo probar que Dios existe; nadie puede probar dicha hipótesis.

Hasta ahora la ciencia ha demostrado que en un futuro se podría hacer de los hombres entes perfectos, por lo menos eso es lo que se quiere; sin embargo, hay, todavía, gente que cree que las cosas buenas provienen únicamente de la religión, la pregunta es: ¿sabemos diferenciar entre los valores que rigen el bien común y los que rigen la religión?

Señores, la religión no es cien por ciento bondad, y, la misma religión, lo viene demostrando desde siempre, por otro lado la ciencia se ha impuesto a guerras, masacres y epidemias, salvando a gente de la muerte y haciendo la vida más fácil.
En conclusión: haber crecido siempre en el lodo, nos ha acostumbrado a bañarnos en él, que nos da tanto temor el hecho de querer probar el agua limpia; de la misma forma en que nos da miedo decir: ¿Existe un Dios?, y si digo que no existe,  ¿Me pasara algo?.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Lo más leído del Heraldo

“No podemos, por cierto, curar con un solo trazo deficiencias
arraigadas, satisfacer totalmente necesidades angustiosas o recuperar,
en uno o dos años, o en unos cuantos años, el tiempo perdido o
malgastado, o no integralmente empleado por generaciones anteriores,
cuyos esfuerzos constructivos, por otra parte, no debemos ni podemos
desconocer sino, por el contrario, necesitamos reconocer y honrar.
Urge que podamos educar no sólo a niños, adolescentes y analfabetos
adultos, sino también a nuestra opinión pública y a nuestras clases o
sectores dirigentes y a estos últimos para que comprendan y se
resignen a que los problemas educativos sean estudiados, confrontados
y abordados técnicamente y en forma adecuada y a largo plazo”.

Jorge Basadre
Materiales para otra morada, 1960